lunes, 13 de mayo de 2013

Entrelíneas



Dormido. Tan dormido que ni mis labios sobre los tuyos te pudieron despertar. Perdón, ya sé, me abusé de vos. ¡Pero mirá lo que sos! Desde mi almohada la vista es perfecta, me gusta verte soñar. Nada más se escucha que tu respiración, que es casi imperceptible, acompañando tu pecho al inflarse y relajarse. 

(Te amo)

Dormido. Tan dormido que ni mi abrazo te hizo abrir los ojos. No puedo dejar de mimarte. Tendrías que verte. Tan cerca de mi piel y tan lejos allá en tus sueños.
(Te amo, qué ganas de amarte).
Dormido. Tan dormido que ni siquiera mi pierna enredándose en la tuya te hizo sobresaltar. Tu cuerpo tan indefenso, tu piel tan suave. Qué mujer en mi lugar no quisiera estar.


(Te amo, amémonos).

Dormido. Pero entre dormido cuando por segunda vez rocé mis labios en los tuyos. Y comenzamos a amarnos. Desde arriba la vista es perfecta. Fue entonces que despertaste del todo diciéndome:
- Es mejor que en mis sueños, amor.
Y halagada, pero temerosa, lo pensé de nuevo, aunque no se lo dije...

(Te amo).

J. Fiuna