lunes, 23 de diciembre de 2019

Sistema cardiovascular

Me atraviesa la canción que estoy escuchando a un nivel que siento las notas musicales vibrándome por el cuerpo. Pienso en este estado de plenitud, mezclado con aceptación y angustia, que permite que de repente pueda ver las cosas desde otro punto de vista, y me siento bien. Es raro, porque es ambiguo.
Me acuerdo de todo el agua que tuve que sacar por los ojos, afectadísima, para poder llegar a este estado de "paz" mental.
No termino de sacar la conclusión de que al final re sirve pasarla como el orto para llegar a esta etapa de lucidez, que ya me arrepiento de lo que estoy pensando.
Claro que no. Claro que me gustaría no haber inmiscuído en mis pensamientos a personas que me muestran un poco que les late el corazón y ya estar abriéndoles el paso a cagarme la vida entera. Como si fuera algo fuera de lo común lo que me ofrecen. "Mirá, tengo este sistema cardiovascular que re late" y no me estoy dando cuenta de que es el mismo que el mío. 

A lo que voy es que, en realidad, nadie te hace nada. El otro está ahí diciendo obviedades de común conocimiento y vos te re inventaste que estaba dandote data de otro level. A veces los fantasmas se los crea uno mismo.
Vuelvo la atención a la música y como la que está sonando no me hace cajetearla, la paso.
Es maravillosamente sorprendente cómo nos gusta hacernos daño. ¿O será que a veces es necesario sentir el dolor para sanarlo?. Creo que va más por ahí.
De repente la canción es otra, más feliz, pero no me jode tanto.
También somos esto.
Instantes.
Ni todo el tiempo estoy al 100 de felicidad ni me duele esta gente a un 100 por ciento.
Tenemos momentos.
Estar hoy escribiendo al respecto es la clara evidencia de que estoy soltando y llegando al final del proceso.
Mientras lavo el último plato, me acuerdo de un momento acá mismo, en este exacto lugar en el que estoy parada y un poco quiero llorar otro rato. Como ahora mientras lo estoy tecleando.
Me atraviesan las personas de maneras que no me explico y por eso me duelen tanto. Todas, eh. Abarco un gran arsenal de gente que quiero. Y por eso es que casi siempre me la paso llorando.
Aprecio mucho la gente que tiene el pecho bien erguido y te dice te quiero con la soltura que también dice te re garcho. Es admirable manejar ese nivel de madurez emocional. Lo mismo cuando deja de pasarnos.
Me suena de fondo otra vez la canción con la que hice más agua lagrimal que la que corre para lavar los platos.
Y pienso en cómo ya no me averguenza admitir que estoy queriendo un poco más que el resto. Porque está bien. Ni en pedo sentimos en la misma proporción que el otro y eso es perfectamente normal, ya ni me gasto.
Aceptar es la clave para abrir ese abanico de cosas fantásticas que te están por pasar.
Una vez aceptado, te caés de cara cuando te das cuenta de que te vendieron un músculo que bombea sangre con venas, arterias, aurículas, válvulas y ventrículo izquierdo y derecho por un dibujo todo hermoso que se hace con dos trazos, nunca te queda igual, si lo das vuelta parece un culo y siempre se puede borrar.