miércoles, 30 de octubre de 2013

¿A qué lugar querés llegar con esa sonrisa? Llevame.

J. Fiuna

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Dulce seductor

Hoy va a verlo de nuevo. Tacos, maquillaje y el perfume que a él le gusta. Al menos, eso fue lo que le dijo. Dice tantas cosas que las palabras ya sobran, solo quiere divertirse. Poco importan los otros perfumes que se le impregnan, es más, a ella eso la motiva. Sabe que esa noche se pertenecen pero mañana él pertenece a otra cualquiera. Es que el juego de querer distinguirse entre las demás la enciende, la atrapa, la enreda.

Dulce seductor que contra la pared desata sus encantos. Hoy se pertenecen, hoy es suyo, hoy a las demás les gana, canta victoria y, satisfecha, se despide con su mejor descaro.

Cuando siente que lo pierde, más lo busca, más lo quiere.

 “¡Que pare de querer irse de acá!”

Él piensa que está celosa, pero en verdad solo quiere ganar. Entonces empieza el juego: ella lo busca sin buscarlo, termina haciendo con que él piense que es quien la busca, y así, enredándolo a él también, se le llena el ego de besos que no son solo de ella, pero que esta noche consiguió. Cuanto más la ignore, más la tiene.

“¡Pero si solo quiero divertirme! ¿Qué mejor para él? Nada de abrazos, «te extraños» o regalos. Regalame los mejores suspiros en cualquier lado.”

Claro, es que le encanta que no sea suyo, pero al mismo tiempo, la confunde. Ella quiere que él la elija, y nada más, pero detesta perder la batalla con la rubia que anda dando vueltas, o con la morocha que quiere sacarle el puesto. Entonces sigue buscándolo, encontrándolo, amándolo por noches enteras, o la mitad de ellas, ¿Qué importa?. Es consciente de que puede terminar protagonista en la historia que no quería, en la que ella misma se metió. Cuando se percata, se frena. Todavía le queda un poco de autocontrol. No quiere enamorarse. ¿Cómo se hace?

“Si no te quiero conmigo pero tampoco con nadie más. Y amarte de a ratos me hace derrapar. ¿Nos prometemos suspiros eternos pero sin exclusividad?”.

Ya ni sabe lo que piensa, tampoco quiere pensar. Quiere divertirse, y nada más. Pierde el eje, a veces lo llora, ya no sabe en qué confiar.

Dulce seductor que contra la pared desata sus encantos. Hoy se pertenecen, hoy es suyo, hoy a las demás les gana, canta victoria y, ya no tan satisfecha, se despide con sus peores dudas.


 “¡Quiero que seas mío y de todas las demás!”.


J. Fiuna

miércoles, 28 de agosto de 2013

Destinada

Hace tiempo que decidí dejar de molestarte. Solo así dejé de molestar también nuestra historia. De entorpecerla. Fuimos de lo menos planeado. En algún momento, en alguno de mis descuidos, perdimos toda espontaneidad y, negada a que todo se sumergiera en el olvido así como así, quise forzar las cosas. Un intento desesperado de no olvidarnos.

Decidí dejar de buscarte, y empecé a buscarme a mí misma. Se supone que la felicidad está en uno, no depende de otro. Bueno, estoy en proceso de aprenderlo. Para mí la felicidad y vos iban perfectamente de la mano.

Decidí dejar que el tiempo pase. Fue él mismo quien sostuvo nuestra historia. ¿Por qué no confiar de nuevo? La distancia es directamente proporcional al deseo, escuché por ahí. Quizás así me vuelvas a desear.

Decidí dejar que ella te quiera. Tal vez tiene algo más que yo no tengo... O que me esforcé en esconder. Por miedo. Ese mismo miedo que me alejó de vos y que ahora me obliga a morderme la lengua cada vez que estoy a punto de nombrarte en mis charlas. Que me obliga a buscar algo que hacer para no pensarte.

Decidí olvidarte. Yo nunca quise atarte y tal vez lo mal interpretaste.

Decidí todo esto decidida a olvidarte, pero en mis más fuertes convicciones de borrarte, otra vez te terminé haciendo más presente.

Es que tengo todo decidido, pero todavía no puedo decidirme a dejar de plasmarte en mis textos, que te vuelven cada vez más cerca y, aún peor, eterno.

¿Te das cuenta de mi dilema?
Por más decidida, estoy destinada a padecerte. A pensarte. A quererte. A desearte. A escribirte, leerte y releerte.

Para siempre.


J. Fiuna

domingo, 25 de agosto de 2013

Me enamoro



Me enamoro de las cosas simples, de los pequeños gestos.

Me enamoro del sentido del humor, de la alegría de vivir, del respeto.

De los mates en la mañana, de los perfumes en la almohada.

De las locuras, las cosquillas, los enojos. De los celos también, un poco.



Porque, ciertamente, lo demás es efímero.


J. Fiuna

sábado, 24 de agosto de 2013

Sueños compartidos

Resulta que hoy soñé con vos… pero ella también estaba ahí. ¿Qué hacía ella en mis sueños? Evidentemente no le alcanzó con sacarte de mi vida sino que también quiso llevarte lejos de mis sueños, el único lugar donde aún puedo tenerte. 

No fue lúcido. No pude controlarlo todo en ese otro mundo. No pude besarte como me pedían mis impulsos teniendo tu boca sonriente a tan solo dos centímetros de la mía. No pude abrazarte y retenerte dentro de mí para siempre. No pude decirte que fuiste el mejor cortometraje de mi vida ni el mejor protagonista en él. No pude soltar en un grito lo cuánto te amo y te vengo amando desde las únicas dos veces que te tuve para mí. No pude pedirte que la dejes y que me ames a mí con la misma intensidad. No pude recordarte que me amaste también y que fuimos pura espontaneidad. Tan simples, tan instintivos, tan verdaderos. No pude contarte cómo me siento respecto a vos para dejar que vos decidieras. Pero al menos viniste de visita, y aunque acompañado, la olvidaste por dos minutos que bastaron para darme el mismo beso que me robaste en aquél bar en este mundo un tiempo atrás. Te lo juro, se sintió igual. 

Ya te habrás dado cuenta qué tan cobarde puedo llegar a ser... No pude confesártelo todo acá en la realidad, tampoco en los sueños. Hasta ahí me inhibo, me callo todo lo que muero por decirte. Me están matando estas ganas contenidas.

Me llena de impotencia verte tan de ella y a la vez tan mío. Porque sos perfecto para mí, lo supe desde el momento en que me iba y me detuviste agarrándome del brazo estampando en mi memoria el beso más sincero dejándome encerrada en esta historia que me tiene atontada y me vuelve la idiota que soy hoy intentando desesperadamente que por algún golpe de suerte vengas a buscarme confesándome que siempre me amaste y que esa canción también te hace acordar a mi.


Tuve un sueño compartido y ya no quiero compartirte, ojalá dependiera de mí.
Lo máximo que me sale es escribirte otra vez, aunque sé que por mucho que lo desee nunca vas a leer ninguno de mis cuentos.

J. Fiuna

domingo, 11 de agosto de 2013

Sueños lúcidos

Y cuando despierto me queda el anhelo de volver a mis sueños para sentirme a tu lado de nuevo, volverte a amar. Este vacío mañanero se instala en el resto de mis horas, se aferra a cada una de mis memorias, desgarrador de historias sin contar.
Uno a uno la realidad me devuelve pantallazos de un sueño inconcluso, pero con las emociones intactas. Me contaron que hay una forma de controlar todo en ese otro mundo, algo de los "sueños lúcidos".

Me duele la realidad de ya no verte. ¿Por qué me privas del arte de tenerte? Si no es acá, al menos en sueños, total ahí todo se siente igual. 
Voy a dormir esta noche para buscarte y calmar esta obsesión.
Me voy a dormir para tener sueños lúcidos. 
Con vos.

J. Fiuna

martes, 16 de julio de 2013

No pensemos

Te invito a perder la razón conmigo. ¿Qué decís? Las cosas sin pensar, tienen mucho más sentido. De verdad.
Nunca llegué a conclusiones satisfactorias evaluando antes las cosas. Muchas veces pensé, cuando tenía que actuar, y tantas otras actué, cuando debería haber pensado. Entonces opté por lo más fácil y sanador para mí. Decidí manejarme siempre por impulsos, y así, fui mucho más feliz. 


Te invito a dejarte llevar, por mí. Vení, yo te llevo. Me manejo muy bien cuando de no pensar se trata. Vos confiá, ¿o te lo vas a perder?.


Me resulta todo esto tan tentador. Nunca sé en qué puede terminar cada historia. Me hace morder los labios de solo imaginarmelo.
¿Te vas a dejar convencer? Te aseguro, una vez que pruebes mi metodología, no vas a querer volver.


Vamos, dale. Te invito a hacer lo que nos depare el momento, sin pensar. Sé que pensar nos hace libres, pero, en ciertos casos, nos puede condicionar. Yo no quiero perderme de nosotros, ¿y vos?.


Que el momento, las ganas y la piel nos lleven lejos, donde ningún pensamiento nos haga volver. Quién te dice nos gustamos, pero si no es el caso, después contame, si no valió la pena ceder.


J. Fiuna

miércoles, 10 de julio de 2013

Carta II

"Ahora no voy a poder decirle a nuestra perra «estás loca como tu madre» " escribió. Y me llenó de lágrimas viejas el alma. Era dolor. En parte porque recordé que lo había amado y no sé en qué momento dejé de hacerlo. Fue triste. Verlo escribiéndome y no precisamente para pedirme perdón por otra de sus cagadas. El flaco me escribía porque le dolía mi partida.
A mi me duele la historia, pero no el no tenerlo más conmigo. Tenía que ser así. Ahora me siento viva, me siento yo. Yo lo amaba pero no podíamos amarnos los dos. Era de esos amores que matan al hombre, le exprimen la vida, y de eso no se trata el amor, al menos para mí.
El también me amó, el problema era que nunca sincronizábamos. Siempre alguno de los dos amaba más. Así fue que fuimos deshaciéndonos de sentimientos y el rechazo nos fue consumiendo. Y aunque no se busquen culpables, fue todo por culpa de los dos.
Seguí leyendo lo que me mostró la vez que fui a visitarlo, cuando ya no éramos nada, solo “ex’s” que se reencuentran a nada más que, entre mates, buscar de esas charlas que nos contenían. A dispersarnos, saber del otro.
Seguía leyendo y no podía evitar el llanto.
"Sos un forro, no me podés hacer esto! Te odio, sabelo" risas.
Me sentía culpable. Era muy fuerte lo que escribía. Sentía que no merecía esas líneas.
“¿Por qué ya no lo amo? Esto era todo lo que siempre quise. Supongo que se le pasó el momento”.
Ya no éramos nada y sabíamos que nunca volveríamos a serlo. Porque esta vez uno de los dos estaba seguro de que no era esa vida la que quería.
"Vos no sabes lo que querés, pero si lo que no querés" dijiste describiéndome... y descubriéndome también. Tenías razón. No quería un nosotros. No éramos felices. Ni siquiera había un "nosotros", éramos lo que el otro quería de uno.
Seguí leyendo de tu cuaderno, lo que escribiste a mano sobre nosotros dos. Hasta que caí en la situación: me vi sentada en la mesa en la que compartíamos desayunos, almuerzos, meriendas, cenas y algunos besos, en lo que antes era nuestro departamento (ahora tuyo), con nuestra perra a upa (ahora tuya), leyendo del cuaderno que no me permitías tocar. Y en esas líneas arrepentidas descubrí lo que nunca me dijiste en 5 años de relación.
Fue triste. La situación, todo.
Era divino lo que leía. Pero no cambiaba el problema que siempre tuvimos nosotros dos. No cambiaba tu esencia.
Siempre fuimos opuestos. “Los opuestos se atraen” Sí, pero solo eso. Atracción.
Fuimos una historia de mierda, pero nos amamos como nadie. Un libro de los que no releés, pero que te enseña. No es casualidad que no te gusten los cuentos sin moraleja... porque creo haberte dejado algo también, más que mi ausencia.

J. Fiuna

martes, 9 de julio de 2013

Seres prescindibles

Sos perfectamente prescindible. Pero necesito necesitarte, porque no me necesitás. Después tal vez, cuando llegamos a lo imprescindible, es muy probable que te quiera dejar. Porque la necesidad de sentirnos queridos se satisface, porque desaparecen las inseguridades, porque sabemos que estamos, porque dejamos de buscarnos, de conquistarnos. Entonces ahí necesito necesitar de otro alguien que no me necesite, para que luego me deje y así seguir convenciéndome de que soy perfectamente prescindible.


J. Fiuna

lunes, 1 de julio de 2013

Mi casa (mis besos), tu casa.

¡Hola! Pasá, te invito unos mimos. No te voy a pedir compromisos a cambio, tranquilo.
Enserio, vení, entrá. Las puertas abiertas y los sentimientos, cerrados. Los encerré con candado y las llaves las tiré en algún lugar que me obligué a olvidar, por si acaso.
Sentate. ¿O te hago sentar? No sé bien cómo funciona esto de a la vez amantes y desconocidos, pero me podés enseñar.
¿Te sirvo un poco de besos efímeros? Decime basta, yo nunca sé cuándo parar.
Sentite como en tu casa, llevate de mí todo lo que necesites, no hace falta que me devuelvas nada ni tampoco preguntar.
Este es el living, acá el cuarto y allá cocina. Podemos deshacernos en pasiones en el sillón, el piso, o la mesada, hasta que no nos quede nada, hasta recobrar el aire y hacernos poesía.
También puedo ofrecerte unos mates, y conocernos un poco, soy de hablar mucho pero más me gusta escuchar, o acostarnos a no hacer nada más que sentirnos al lado y tal vez abrazarnos, y después despertar.
Puedo ser la amante fría que hace arder la habitación, o la más confortante compañía en una relación, eso igual lo elegís vos.
Yo siempre me adentro en ilusiones, en historias que creo y en todo lo que me invento del otro.
¿Querés comer algo? ¿O nos comemos a besos de una vez?.

Tengo las ganas listas, los “te quiero” guardados y dejé la puerta abierta por si querés irte después. Lo importante es que tengas presente, que sea cual fuere la decisión, a mi casa siempre podés volver.

J. Fiuna

jueves, 27 de junio de 2013

Me niego

Un poco de vos me tiene mal, el resto está bien como está. Eso que me inventé de vos me tiene sin descanso, confesando que ya me robaste un sentimiento estoy dejando al amor mal parado. No puedo amarte sin primero haberte amado. O será que de eso se trata realmente. De caer muerta de amor sin haberte probado suficiente, de enamorarme de los mates que todavía no compartimos y de tus muecas tratando de indicarme el ancho de basto (en mi imaginación las señas no te salen y nosotros siempre nos quisimos).

Me niego a quererte.
Me niego a sentir.

El amor me pone estúpida y así teniéndote sin tenerte soy feliz.
No quiero idealizar nuestra historia en mi cabeza sin tener la certeza de que vamos a vivirla.


Llevate tu forma de mirarme, tan llena de todo, lejos de mi. No me agarres de la mano, no quieras más de lo que te di. Por favor, no me enamores y haceme de todo menos sentir.

miércoles, 26 de junio de 2013

Mis dos yo

Tal vez lo que me entristece es descubrir que no estoy amando. Qué triste, ¿no? Vivir sin amar. No amarte a vos, no amar a nadie, no amar, me vuelve más loca de lo que ya estoy. Es que en la búsqueda inconsciente y desesperada de amar, termino odiando a todo el mundo. Inconsciente porque mi yo más recurrente quiere estar solo, aunque acompañado.
¿Nos vamos lejos? Hablo conmigo y con mi otro yo. Ojalá pudiera escapar con alguien. Ahora.

Nos fuimos. Y si te cruzo por ahí, no sé con qué “yo” te vas a encontrar. En todo caso, suerte. Porque, admito, no es fácil lidiar con ninguno de los dos.

lunes, 24 de junio de 2013

Eterno

Te hice poesía. En realidad poesías, en plural. Pero lo que importa acá es eso, que te convertí en varias poesías juntas. Una persona, mucha inspiración, muchos poemas. No podría ser de otra manera. Tengo más textos que momentos con vos. Me encanta. Amo que llenes mi cuaderno de renglones escritos. O, para qué mentir, mi carpeta "Fiuchi" de textos formato .doc.
Pasa que al escribirte (y entiéndase "escribirte" como escribirte a vos y no "para" vos), te voy inventando a mi manera. Yo elijo cuándo empieza y cuándo termina. Si me aburro, añado el punto final. Si me arrepiento, suprimir o borrar. Si no me satisface, cierro sin guardar. Si necesito pensar, los tres puntos suspensivos...
Punto y aparte para no necesitarte y punto seguido para tenerte al lado mío.
Pero lo mejor no es nada de eso. ¿Querés saber? Lo mejor es que no puedo teclearte para siempre. Que en algún momento llega el punto final. Si, eso es bueno, porque es real. Nada dura para siempre.
Aunque, ahora que me percato, si quería escribirte a la perfección, fallé desde el primer poema. En cada palabra te hice eterno... Y yo que pensaba que, los que escribimos, podíamos describir perfecto una realidad. Pero ni vos sos eterno ni yo poeta.
Mejor suelto las teclas y te voy a buscar.


J. Fiuna

domingo, 23 de junio de 2013

Vos y yo

Quise amarte sin atarte, entre tanta desconfianza que hoy anda por ahí, reinante. Y ahora… ni nosotros dos, ni vos y yo, ni vos ni yo.
Contaminarte de mis ganas locas e inestables de vivir,  enseñarte el arte de poder relajarte en una vida desestructuralizada, sin patrones agobiantes que te jueguen una pasada. Y por eso… ni nosotros dos, ni vos y yo, ni vos ni yo.
Quise dejarte, que andes, que palpes, y que vuelvas cuando lo necesitases, pero fuiste vos y eso te asustó. Y ahora ni nosotros dos, ni vos y yo, ni vos ni yo.
Mostrarte mi más puro yo, desnudé mi alma, me mostré sensible e intacta, indefensa y exacta. Y luego… ni nosotros dos, ni vos y yo, ni vos ni yo.

Por mostrarte mis maneras, exponerte mis ideas, regalarte mil maneras de vivir a mi manera. Por amarte sin medidas, por pedirte que tan solo vivas, por haberme engañado convencida de que así entenderías… es que hoy no somos ni nosotros dos, ni vos y yo, ni vos ni yo. 

J. Fiuna

martes, 18 de junio de 2013

Carta I

¿Por dónde empezar? Es muy probable que ya a esta altura estés separando mi saquito azul, y esté libre de recuerdos. No me malinterpretes, no estoy volviendo, no es como en tiempos pasados. Solo que a veces trato de imaginarte sin mi.  Tal vez el egoísmo me esté dominando de nuevo. Decirte que te extraño… no es verdad ni tampoco adecuado. Disculpá la frialdad con la que te hablo, quiero evitar recordarte con qué calidez nos amamos.
¿Cómo estás? ¿Habrás dejado de fumar tantos atados? Decime que la perra está comiendo, no sabés cómo la extraño. Es irónico que nuestro amor se haya acabado y que nunca hayamos puesto fotos en ese portarretratos, ¿Sigue vacío colgando en la pared?. Reacomodar los muebles del departamento no va a borrar mi cuerpo marcado sobre ellos. Casi dos años de historia no se olvidan por acumular fracasos, ni esparcir recuerdos.
Que encuentres la forma de rearmarte. De re-amarte. Amate. Sigo sosteniendo, el amor propio es la mejor arma mata-fantasmas para volverte a enamorar. Amate, así te podés amar. Amate, así te pueden a amar. Ámense para amarse.
Se que siempre criticaste mi forma libre y espontánea de vivir, soy así. También poco cuerda, inestable, y… bueno, un porco terca.
No te prohíbas del sabor de probar otra cintura, otros labios. Puede que no sean los que te besen para siempre, pero no está mal disfrutar de lo equivocado, mientras tenemos tiempo, ¿Sabés? Ya va a llegar lo indicado.  
Quizás por un tiempo te falten las caricias en la espalda para conciliar el sueño. Y se que me culpás también por eso. Pero es mucho mejor cuando esas caricias vienen de alguien que te ama, ¿no coincidís conmigo? Te amé mucho, y en algún momento dejé de hacerlo. Nadie fue preso por dejar de sentir.

Ya es momento de despedirme, otra vez. ¡No todo es tan malo! Te dejé el lado izquierdo del sommier, para que se estiren junto a vos las posibilidades de encontrar quien te acompañe. Pero compartí con la perra, también. Acordate, que la condición siempre fue dormir de a tres. 

J. Fiuna

lunes, 17 de junio de 2013

Seductora confusión

Hoy va a verlo de nuevo. Tacos, maquillaje y el perfume que a él le gusta. Al menos, eso fue lo que le dijo. Dice tantas cosas que las palabras ya sobran. Sólo quiere divertirse. Poco importan los otros perfumes que se le impregnan, es más, a ella eso la motiva. Sabe que esa noche se pertenecen pero mañana él pertenece a otra cualquiera. Es que el juego de querer distinguirse entre las demás la enciende, la atrapa, la enreda. Dulce seductor que contra la pared desata sus encantos. Hoy se pertenecen, hoy es suyo, hoy a las demás les gana, canta victoria y, satisfecha, se despide con su mejor descaro.
Cuando siente que lo pierde, más lo busca, más lo quiere.

 “¡Que pare de querer irse de acá!”

Él piensa que está celosa, pero en verdad, solo quiere ganar. Entonces empieza el juego: ella lo busca sin buscarlo, termina haciendo con que él piense que es quien la busca, y así, enredándolo a él también, se le llena el ego de besos que no son solo de ella, pero que esta noche consiguió. Cuanto más la ignore, más la tiene.

“¡Pero si solo quiero divertirme! ¿Qué mejor para él? Nada de abrazos, «te extraños» o regalos. Regalame los mejores suspiros en cualquier lado.”

Claro, es que, le encanta que no sea suyo, pero al mismo tiempo, la confunde. Ella quiere que él la elija, y nada más, pero detesta perder la batalla con la rubia que anda dando vueltas, o con la morocha que quiere sacarle el puesto. Entonces sigue buscándolo, encontrándolo, amándolo por noches enteras, o la mitad de ellas, ¿Qué importa?, es consciente de que puede terminar protagonista en la historia que no quería, en la que ella misma se metió. Cuando se percata, se frena. Todavía le queda un poco de autocontrol. No quiere enamorarse. ¿Cómo se hace?

“Si no te quiero conmigo pero tampoco con nadie más. Y amarte de a ratos me hace derrapar. ¿Nos prometemos suspiros eternos pero sin exclusividad?”.

Ya ni sabe lo que piensa, tampoco quiere pensar. Quiere divertirse, y nada más. Pierde el eje, a veces lo llora, ya no sabe en qué confiar.
Dulce seductor que contra la pared desata sus encantos. Hoy se pertenecen, hoy es suyo, hoy a las demás les gana, canta victoria y, ya no tan satisfecha, se despide con sus peores dudas.


 “¡Quiero que seas mío y de todas las demás!”.

J. Fiuna

domingo, 16 de junio de 2013

Llueve

Llueve. Llueven. Llueve afuera. Llueve adentro. En mi cuarto, en mi casa, en mí. Llueven momentos. Llueven recuerdos. Llueve, y en cada gota, las cosas que nunca te voy a decir. Llueve en mi vida, llueven los besos. Llueven los días que pasan sin contarte que cada vez que llueve te deseo conmigo empapando la cama con nuestras ganas de volvernos a sentir.

J. Fiuna

sábado, 15 de junio de 2013

Nuestro teatro

Y así, jugando a no querernos, nos morimos por matarnos pero nos tragamos el papel de ajenos. 

De cuánto nos perdemos...

J. Fiuna

lunes, 13 de mayo de 2013

Entrelíneas



Dormido. Tan dormido que ni mis labios sobre los tuyos te pudieron despertar. Perdón, ya sé, me abusé de vos. ¡Pero mirá lo que sos! Desde mi almohada la vista es perfecta, me gusta verte soñar. Nada más se escucha que tu respiración, que es casi imperceptible, acompañando tu pecho al inflarse y relajarse. 

(Te amo)

Dormido. Tan dormido que ni mi abrazo te hizo abrir los ojos. No puedo dejar de mimarte. Tendrías que verte. Tan cerca de mi piel y tan lejos allá en tus sueños.
(Te amo, qué ganas de amarte).
Dormido. Tan dormido que ni siquiera mi pierna enredándose en la tuya te hizo sobresaltar. Tu cuerpo tan indefenso, tu piel tan suave. Qué mujer en mi lugar no quisiera estar.


(Te amo, amémonos).

Dormido. Pero entre dormido cuando por segunda vez rocé mis labios en los tuyos. Y comenzamos a amarnos. Desde arriba la vista es perfecta. Fue entonces que despertaste del todo diciéndome:
- Es mejor que en mis sueños, amor.
Y halagada, pero temerosa, lo pensé de nuevo, aunque no se lo dije...

(Te amo).

J. Fiuna

sábado, 16 de febrero de 2013

Conflicto



Paso y veo. Veo personas jugando a amarse. Y digo jugando porque nose si eran miles de actores contratados por mi suerte para jugarme una mala pasada. Entonces sigo caminando, y me encuentro con vos. Ese que me saca el sueño, la conciencia, el habla, que me saca todo y no me da nada. Me ves, me tenés a tus pies, y me pisas, y entonces trato de hacerme a un lado, y no lo notas. Me encuentro con vos, repito. Necesito tanto que seas lo que nunca fuiste… lo que me inventé de vos. Y te tengo ahí, a dos pasos, pero me cuesta avanzar. Si estamos a la misma distancia, ¿Por qué no sos vos el que avanza hacia mi? Y entonces paso, sigo de largo, y veo que te me vas de las manos. Paso y veo.

J. Fiuna

sábado, 2 de febrero de 2013

Libre albedrío



Incondicional. Me remite a algo o alguien sin limitación, sin restricciones, requisitos o condiciones. ¿Seremos incondicionales?, es decir, ¿Ameritamos todo lo que la palabra conlleva?, ¿En qué medida es posible que seamos incondicionales?. Serlo implicaría no esperar nada de vos, no condicionarte, no pedirte o suplicarte implícitamente que cumplas con mis pautas, mis condiciones o mis requisitos, y viceversa. ¿Acaso vinimos al mundo con el fin de suplir las expectativas de otro? Seamos quienes somos, equivoquémonos, aprendamos, sigamos nuestras propias reglas, hagamos eso que sentimos que es correcto. Que no hagas porque a mi no me cae en gracia, de ningún modo me llena, me satisface, ni me tranquiliza. Por el contrario, me llena de incertidumbres por pensar que quién te hizo optar por no hacerlo, fui yo. Impedirte solo me hace saber que ejerzo el poder de limitarte, pero no me calma la el alma porque se que vos quisiste y yo, sin ser nadie para hacerlo, te prohibí. Y no porque acates mis condiciones, mis miedos y la historia que se inventa mi cabeza, desaparecen. Siguen ahí latentes. Que hagas lo que hagas, tal vez no me resulte la mejor opción, o no comparta la decisión, pero te aseguro que lo prefiero mil veces. No quiero quedarme con el mal sabor de haberte prohibido, porque, al fin y al cabo, ¿Quién soy para impedirte?. No hay peor decisión que acatar a la limitación insegura de alguien que te condiciona. No quiero atarte a cadenas que te agobien, ni someterte a reglas que no tengo, no quiero frustrar tus elecciones, ni atenuar los colores de tu esencia. ¿Qué quiero? No importa y tampoco lo se.
La incondicionalidad de la que hablo, es la misma que va a hacer con que te quedes a mi lado por no esperar nada de vos, va a hacer con que te elija por ser quien sos y no por quien quiero que seas. Vivir sin condiciones significa justamente eso, no condicionarnos, para así nunca frustrarnos por no haber seguido al pie de la letra un listado de “no quieros” egoístas y egocéntricos basado en pretensiones que ni nosotros mismos comprendemos.

J. Fiuna

jueves, 31 de enero de 2013

Desencuentro



Hay veces que escribir se me torna una necesidad. Revolotean frases sueltas en mi cabeza que me atormentan si no las llego a volcar.

Un poco de vos me tiene mal, el resto está bien como está. ¿Cuántos desaires más me vas a regalar? Que sean muchos, así me generás rechazo… o me atrapás más todavía. Me vuelve loca. Me volvés loca. No te descifro y eso me encanta. Cuánto menos me busques más te voy a encontrar. Voy a ir a tu encuentro. Me mata que hagas como si nada, ¿Qué?, ¿Acaso al verme no se te mueve nada?. No entiendo bien si son tus reglas de juego, al que no se jugar, o si no te interesa realmente llevarme a otro lugar.

Bueno, ya me veo cayendo otra vez.
Insinuándome, buscándote, confundiéndome.
Para que me enredes por dos o tres horas y me dejes con ganas de más.

Así no va.

Mejor perdete por ahí con tu afán de galán, no me desacomodes las ideas si no te vas a quedar para ayudarme a ordenar. Perdete, andate, no vuelvas.
Me cansa esto de aferrarme a la historia que me inventé de nosotros dos. Te vi dos o 3 veces, es muy poco para armar tanto revuelo.
Creo que ocupás más tiempo en mi cabeza del que deberías, te dedico más pensamientos de los que te merecés.

Me pusiste el mundo al revés... 

J. Fiuna