sábado, 16 de febrero de 2013

Conflicto



Paso y veo. Veo personas jugando a amarse. Y digo jugando porque nose si eran miles de actores contratados por mi suerte para jugarme una mala pasada. Entonces sigo caminando, y me encuentro con vos. Ese que me saca el sueño, la conciencia, el habla, que me saca todo y no me da nada. Me ves, me tenés a tus pies, y me pisas, y entonces trato de hacerme a un lado, y no lo notas. Me encuentro con vos, repito. Necesito tanto que seas lo que nunca fuiste… lo que me inventé de vos. Y te tengo ahí, a dos pasos, pero me cuesta avanzar. Si estamos a la misma distancia, ¿Por qué no sos vos el que avanza hacia mi? Y entonces paso, sigo de largo, y veo que te me vas de las manos. Paso y veo.

J. Fiuna

sábado, 2 de febrero de 2013

Libre albedrío



Incondicional. Me remite a algo o alguien sin limitación, sin restricciones, requisitos o condiciones. ¿Seremos incondicionales?, es decir, ¿Ameritamos todo lo que la palabra conlleva?, ¿En qué medida es posible que seamos incondicionales?. Serlo implicaría no esperar nada de vos, no condicionarte, no pedirte o suplicarte implícitamente que cumplas con mis pautas, mis condiciones o mis requisitos, y viceversa. ¿Acaso vinimos al mundo con el fin de suplir las expectativas de otro? Seamos quienes somos, equivoquémonos, aprendamos, sigamos nuestras propias reglas, hagamos eso que sentimos que es correcto. Que no hagas porque a mi no me cae en gracia, de ningún modo me llena, me satisface, ni me tranquiliza. Por el contrario, me llena de incertidumbres por pensar que quién te hizo optar por no hacerlo, fui yo. Impedirte solo me hace saber que ejerzo el poder de limitarte, pero no me calma la el alma porque se que vos quisiste y yo, sin ser nadie para hacerlo, te prohibí. Y no porque acates mis condiciones, mis miedos y la historia que se inventa mi cabeza, desaparecen. Siguen ahí latentes. Que hagas lo que hagas, tal vez no me resulte la mejor opción, o no comparta la decisión, pero te aseguro que lo prefiero mil veces. No quiero quedarme con el mal sabor de haberte prohibido, porque, al fin y al cabo, ¿Quién soy para impedirte?. No hay peor decisión que acatar a la limitación insegura de alguien que te condiciona. No quiero atarte a cadenas que te agobien, ni someterte a reglas que no tengo, no quiero frustrar tus elecciones, ni atenuar los colores de tu esencia. ¿Qué quiero? No importa y tampoco lo se.
La incondicionalidad de la que hablo, es la misma que va a hacer con que te quedes a mi lado por no esperar nada de vos, va a hacer con que te elija por ser quien sos y no por quien quiero que seas. Vivir sin condiciones significa justamente eso, no condicionarnos, para así nunca frustrarnos por no haber seguido al pie de la letra un listado de “no quieros” egoístas y egocéntricos basado en pretensiones que ni nosotros mismos comprendemos.

J. Fiuna