miércoles, 25 de mayo de 2016

Cada tanto

Cada tanto, cuando me voy a dormir, en ese momento en el que a uno ya no le queda otra que encontrarse con sí mismo, me surgen las preguntas que no me hago jamás durante el día: ¿Quién sos? ¿Qué sos? ¿Qué es todo esto? ¿Por qué morimos? Y lloro. Me angustio tanto que el insomnio se apodera de mí, y entonces me lleva a toda una noche de pensamientos y reflexiones y deducciones inútiles acerca de lo que es la vida, y de dónde venimos, y cómo carajo es que existimos.

Cada tanto, cuando camino al trabajo o alguna otra obligación sociopoliticoeconómicocultural, me resurgen estas cuestiones, pero sacudo un poco la cabeza, me digo “enfocate en lo ”, y me libero rápidamente.

Cada tanto  lo planteo en la mesa y surgen charlas interesantes, pero después cada uno levanta su plato, lo deja en la mesada, uno se encarga de la tarea de lavarlos, y nos damos las buenas noches para descansar, “porque mañana nos espera un día atareado”.

Cada tanto, cuando saco el tema, alguno que otro me dice loca, o me mira raro, me da un baño de “realidad” y me dice que me deje de joder, que eso no importa, con la seguridad de quien sabe de lo que está hablando. Y me asombro…

¿Cuántos somos los que, por las noches, nos damos cuenta que estamos inmersos en una inercia constante? Que vivimos por vivir. Sin cuestionar, sin reflexionar, sin preguntar, sin permitirnos enojarnos con el mundo porque a veces parece todo una gran joda.


Cada tanto me acuesto, cierro los ojos y solo duermo, ni quiero pensar. Porque recuerdo que una vez llegué a aquella conclusión: Al final la vida se trata de mantener nuestro tiempo ocupado para no volvernos locos de la cantidad de incógnitas que nos quedan por descifrar.