martes, 16 de julio de 2013

No pensemos

Te invito a perder la razón conmigo. ¿Qué decís? Las cosas sin pensar, tienen mucho más sentido. De verdad.
Nunca llegué a conclusiones satisfactorias evaluando antes las cosas. Muchas veces pensé, cuando tenía que actuar, y tantas otras actué, cuando debería haber pensado. Entonces opté por lo más fácil y sanador para mí. Decidí manejarme siempre por impulsos, y así, fui mucho más feliz. 


Te invito a dejarte llevar, por mí. Vení, yo te llevo. Me manejo muy bien cuando de no pensar se trata. Vos confiá, ¿o te lo vas a perder?.


Me resulta todo esto tan tentador. Nunca sé en qué puede terminar cada historia. Me hace morder los labios de solo imaginarmelo.
¿Te vas a dejar convencer? Te aseguro, una vez que pruebes mi metodología, no vas a querer volver.


Vamos, dale. Te invito a hacer lo que nos depare el momento, sin pensar. Sé que pensar nos hace libres, pero, en ciertos casos, nos puede condicionar. Yo no quiero perderme de nosotros, ¿y vos?.


Que el momento, las ganas y la piel nos lleven lejos, donde ningún pensamiento nos haga volver. Quién te dice nos gustamos, pero si no es el caso, después contame, si no valió la pena ceder.


J. Fiuna

miércoles, 10 de julio de 2013

Carta II

"Ahora no voy a poder decirle a nuestra perra «estás loca como tu madre» " escribió. Y me llenó de lágrimas viejas el alma. Era dolor. En parte porque recordé que lo había amado y no sé en qué momento dejé de hacerlo. Fue triste. Verlo escribiéndome y no precisamente para pedirme perdón por otra de sus cagadas. El flaco me escribía porque le dolía mi partida.
A mi me duele la historia, pero no el no tenerlo más conmigo. Tenía que ser así. Ahora me siento viva, me siento yo. Yo lo amaba pero no podíamos amarnos los dos. Era de esos amores que matan al hombre, le exprimen la vida, y de eso no se trata el amor, al menos para mí.
El también me amó, el problema era que nunca sincronizábamos. Siempre alguno de los dos amaba más. Así fue que fuimos deshaciéndonos de sentimientos y el rechazo nos fue consumiendo. Y aunque no se busquen culpables, fue todo por culpa de los dos.
Seguí leyendo lo que me mostró la vez que fui a visitarlo, cuando ya no éramos nada, solo “ex’s” que se reencuentran a nada más que, entre mates, buscar de esas charlas que nos contenían. A dispersarnos, saber del otro.
Seguía leyendo y no podía evitar el llanto.
"Sos un forro, no me podés hacer esto! Te odio, sabelo" risas.
Me sentía culpable. Era muy fuerte lo que escribía. Sentía que no merecía esas líneas.
“¿Por qué ya no lo amo? Esto era todo lo que siempre quise. Supongo que se le pasó el momento”.
Ya no éramos nada y sabíamos que nunca volveríamos a serlo. Porque esta vez uno de los dos estaba seguro de que no era esa vida la que quería.
"Vos no sabes lo que querés, pero si lo que no querés" dijiste describiéndome... y descubriéndome también. Tenías razón. No quería un nosotros. No éramos felices. Ni siquiera había un "nosotros", éramos lo que el otro quería de uno.
Seguí leyendo de tu cuaderno, lo que escribiste a mano sobre nosotros dos. Hasta que caí en la situación: me vi sentada en la mesa en la que compartíamos desayunos, almuerzos, meriendas, cenas y algunos besos, en lo que antes era nuestro departamento (ahora tuyo), con nuestra perra a upa (ahora tuya), leyendo del cuaderno que no me permitías tocar. Y en esas líneas arrepentidas descubrí lo que nunca me dijiste en 5 años de relación.
Fue triste. La situación, todo.
Era divino lo que leía. Pero no cambiaba el problema que siempre tuvimos nosotros dos. No cambiaba tu esencia.
Siempre fuimos opuestos. “Los opuestos se atraen” Sí, pero solo eso. Atracción.
Fuimos una historia de mierda, pero nos amamos como nadie. Un libro de los que no releés, pero que te enseña. No es casualidad que no te gusten los cuentos sin moraleja... porque creo haberte dejado algo también, más que mi ausencia.

J. Fiuna

martes, 9 de julio de 2013

Seres prescindibles

Sos perfectamente prescindible. Pero necesito necesitarte, porque no me necesitás. Después tal vez, cuando llegamos a lo imprescindible, es muy probable que te quiera dejar. Porque la necesidad de sentirnos queridos se satisface, porque desaparecen las inseguridades, porque sabemos que estamos, porque dejamos de buscarnos, de conquistarnos. Entonces ahí necesito necesitar de otro alguien que no me necesite, para que luego me deje y así seguir convenciéndome de que soy perfectamente prescindible.


J. Fiuna

lunes, 1 de julio de 2013

Mi casa (mis besos), tu casa.

¡Hola! Pasá, te invito unos mimos. No te voy a pedir compromisos a cambio, tranquilo.
Enserio, vení, entrá. Las puertas abiertas y los sentimientos, cerrados. Los encerré con candado y las llaves las tiré en algún lugar que me obligué a olvidar, por si acaso.
Sentate. ¿O te hago sentar? No sé bien cómo funciona esto de a la vez amantes y desconocidos, pero me podés enseñar.
¿Te sirvo un poco de besos efímeros? Decime basta, yo nunca sé cuándo parar.
Sentite como en tu casa, llevate de mí todo lo que necesites, no hace falta que me devuelvas nada ni tampoco preguntar.
Este es el living, acá el cuarto y allá cocina. Podemos deshacernos en pasiones en el sillón, el piso, o la mesada, hasta que no nos quede nada, hasta recobrar el aire y hacernos poesía.
También puedo ofrecerte unos mates, y conocernos un poco, soy de hablar mucho pero más me gusta escuchar, o acostarnos a no hacer nada más que sentirnos al lado y tal vez abrazarnos, y después despertar.
Puedo ser la amante fría que hace arder la habitación, o la más confortante compañía en una relación, eso igual lo elegís vos.
Yo siempre me adentro en ilusiones, en historias que creo y en todo lo que me invento del otro.
¿Querés comer algo? ¿O nos comemos a besos de una vez?.

Tengo las ganas listas, los “te quiero” guardados y dejé la puerta abierta por si querés irte después. Lo importante es que tengas presente, que sea cual fuere la decisión, a mi casa siempre podés volver.

J. Fiuna