Sos perfectamente prescindible. Pero necesito necesitarte,
porque no me necesitás. Después tal vez, cuando llegamos a lo imprescindible,
es muy probable que te quiera dejar. Porque la necesidad de sentirnos queridos
se satisface, porque desaparecen las inseguridades, porque sabemos que estamos,
porque dejamos de buscarnos, de conquistarnos. Entonces ahí necesito necesitar
de otro alguien que no me necesite, para que luego me deje y así seguir convenciéndome
de que soy perfectamente prescindible.
J. Fiuna
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