¡Hola! Pasá, te invito unos mimos. No te voy a pedir
compromisos a cambio, tranquilo.
Enserio, vení, entrá. Las puertas abiertas y los
sentimientos, cerrados. Los encerré con candado y las llaves las tiré en algún
lugar que me obligué a olvidar, por si acaso.
Sentate. ¿O te hago sentar? No sé bien cómo funciona esto de
a la vez amantes y desconocidos, pero me podés enseñar.
¿Te sirvo un poco de besos efímeros? Decime basta, yo nunca
sé cuándo parar.
Sentite como en tu casa, llevate de mí todo lo que necesites,
no hace falta que me devuelvas nada ni tampoco preguntar.
Este es el living, acá el cuarto y allá cocina. Podemos
deshacernos en pasiones en el sillón, el piso, o la mesada, hasta que no nos
quede nada, hasta recobrar el aire y hacernos poesía.
También puedo ofrecerte unos mates, y conocernos un poco, soy
de hablar mucho pero más me gusta escuchar, o acostarnos a no hacer nada más
que sentirnos al lado y tal vez abrazarnos, y después despertar.
Puedo ser la amante fría que hace arder la habitación, o la
más confortante compañía en una relación, eso igual lo elegís vos.
Yo siempre me adentro en ilusiones, en historias que creo y
en todo lo que me invento del otro.
¿Querés comer algo? ¿O nos comemos a besos de una vez?.
Tengo las ganas listas, los “te quiero” guardados y dejé la
puerta abierta por si querés irte después. Lo importante es que tengas presente,
que sea cual fuere la decisión, a mi casa siempre podés volver.
J. Fiuna
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